Monumento a los ancianos de Sevilla en la calle Almirante Topete en el barrio Tiro de Linea.
Escultura inaugurada el 13 de marzo de 2008. Obra del escultor Nicomedes Díaz Piquero
Piragüista en el río Guadalquivir
Azulejo en el mercado de Triana
Casa de la Memoria en calle Cuna. Es un centro cultural con actuaciones de flamenco, exposiciones, cursos, etc que exploran las raíces del flamenco y su historia.
En el barrio de San Lorenzo, uniendo la calle de Santa Clara con la de Jesús del Gran Poder, discurre una calleja larga y estrecha que recibe el nombre de calle Hombre de Piedra ( antes llamada del Buen Rostro ). El motivo de tal denominación reside en que en ella, empotrada en una hornacina a nivel de la acera, puede verse una estatua de piedra, de borrosos relieves, que lleva allí varios siglos.
Esta leyenda se remonta a una fresca noche del siglo XV en la que bebía a saco Mateo el Rubio con sus amigos en una taberna. Cuando salió a la calle pasaron por la puerta del Santísimo Sacramento, en la que era obligatorio arrodillarse por orden del rey Don Juan II (todavía se lee esta orden). Todos lo hicieron, menos el rebelde Mateo que insultó y se rió en la cara del Santísimo Sacramento, diciendo que eso era tema para beatas. Fue entonces cuando la ira de Dios le mandó un rayo divino, hundiendo sus rodillas en la tierra y convirtiéndolo en piedra.
Actualmente la verdadera interpretación es que se trata de una estatua romana perteneciente a unas termas, que los árabes mantuvieron señalando unos baños públicos llamados “de la estatua” y que ha resistido hasta nuestros días las múltiples reformas sufridas durante casi dos mil años.
Hornacina con busto del rey Pedro I de Castilla en el nº 30 de la calle Cabeza del Rey Don Pedro. Comienza en la calle Boteros y desemboca en la confluencia de Muñoz y Pabón, Corral del Rey y Almirante Hoyos. Antiguamente se llamó calle del candilejo.
Dice una leyenda que el rey Don Pedro solía salir de noche a recorrer la ciudad de incógnito. En una de sus correrías tuvo un altercado con un desconocido, al que mató. Al día siguiente corrió la noticia de que un noble había sido asesinado aquella misma noche. El rey mandó averiguar lo ocurrido, prometiendo colgar la cabeza del asesino en el lugar del crimen. Una anciana testificó que podía identificar al culpable: el propio Rey, al que reconoció porque le crujían las articulaciones. El Rey reconoció su culpa y, para expiar su pena, mandó colocar una efigie suya en aquel lugar.
El busto y nicho actual son obra de alrededor de los años de 1620-30, que sustituyen a otros más antiguos que había en el mismo lugar. (Otros autores, no obstante, datan el busto en el año 1599, y lo atribuyen al escultor Marcos Cabrera)
Exterior de la iglesia de San Isidoro. Calle Augusto Plasencia
Calle Tomás de Ibarra, 18. Casa de Paco Palacios "El Pali".
Museo Casa de la Ciencia en Av. de Chile, 3
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